lunes, 27 de agosto de 2012

Ilusion al desastre


 Un domingo de cualquier mes... Está Loly en casa de sus tíos Cool. Es una pequeña casa con vista a un lago, en frente hay un islote cubierto de hermosos pinos verdes. Los tíos hacendosos hacen arepas para todos... Loly está con su prima Fina mirando por la pequeña ventana, casi pueden tocar el agua, están viendo a la gente disfrutando en el lago, de repente…
  
Foto de Archivo

Una avalancha se observa en la cabecera del islote... Sorprendida Loly le dice a Fina: 
- ¡Miraaaa! Y muestra con la mano la dirección de lo que ve.   

Es todo como en cámara lenta... Poco a poco los pinos van cayendo y lo verde se convierte en marrón, la tierra cubrió todo. Cae una bola de tierra sobre el lago y crea una ola gigante, todos corren y gritan…

Loly y Fina ríen no entienden que pasa y Fina le dice a Loly: 
- ¡Cierra la ventana que nos vamos a mojar! 

Se escuchas mas risas.. Pasa la ola y todo queda igual nada ocurrió.

martes, 21 de agosto de 2012

Sendero


Están siempre allí… 

Cabello blanco como el algodón, las barbas largas e igual de blancas, en una esquina un zapatero árabe (curioso los árabes normalmente tiene un tienda de ropa) se gana la vida. Vive en los Valles del Tuy,  llega muy temprano a su puesto, parece improvisado, pero tiene  años allí. Todos sus instrumentos están en cajas y bolsas, lo rodean zapatos que tiene por reparar, está sentado en una silla compuesta por una caja y un cojín para aguantar el día, todo está lleno de hollín y el paso del tiempo ha dejado su huella. ¡Mohamed! Lo saludan, él con una sonrisa y acento árabe que poco se entiende responde un: ¡hola!. Es un señor muy dulce, tierno, tal cual papa oso, tan cordial, amigable y cada mañana me regala una sonrisa. 

Avanzo,  hay un pequeño local de color azul y rejas negras recién pintadas, todo es viejo y  oscuro  como si hubiese estado cerrado durante años y el tiempo se detuvo. Hay una barra que recorre el local, una máquina de café justo en la entrada, luego un mostrador con empanadas recién salidas del caldero, detrás una nevera con algunos jugos y botellas vacías, al lado se deja ver la cocina. Tiene un área para sentarse a desayunar al mejor estilo de restaurante de carretera. Todo huele a aceite viejo, a frito. Lo atiende un joven que le da brillo a  ese rincón oscuro, es delgado blanco con pinta de andino y siempre con una camisa azul cielo, lo acompaña una señora bajita de cabello oscuro, es la cocinera.  Abrió el local hace poco más de seis (6) meses y poco a poco han ido haciendo clientela y creando el punto. Su cordialidad, sencillez y buen sabor conquistan a los visitantes. 

El recorrido es  acompañado en esta ocasión por un joven de no más de 20 años, moreno, de cabellos oscuros enrollados al estilo Lenny  Kravitz, en sus ropas rasgadas y sucias se nota la dejadez de esté ser humano, con una mirada perdida pero feliz y con un brillo sin igual se sienta en la acera a mirar el cielo sonriendo y hablando solo, balbuceando palabras que no se entienden. Se levanta y se mira en un vidrio, que le hace de espejo, se peina los rulos y comienza su día de vagancia.
Otra cara de la moneda, es un señor que en  la misma indigencia, recorre el boulevard de Sabana Grande con una maleta de viaje rota, sucia y llena de cosas, tiene un sweater gris tejido, su mirada es también perdida pero triste, es como si extrañara algo, es melancólico. No habla, no mira a nadie, está en su mundo. Desayuna como reyes: café, pan, frutas luego se sienta en un banco del boulevard con su maleta a ver ¿quién sabe qué?

 “manzanilla, toddy, caféeee”… un compás  peculiar y rítmico, así promociona el señor del café…lo dice muy rápido, pero es contagioso. 

¿Cuantas veces pasamos por la misma calle y no nos percatamos de la gente que está allí?
Día a día estas personas hacen vida por donde paso, para algunas personas son parte del paisaje e ignorados pero ellos sin querer alegran el sendero de los tomamos un momento para mirar y conocer.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Por el Medio de la Calle, ahora en la plaza

Tres tarimas, un árbol y una pared fueron los escenarios para los tres (3) artistas que a través de sus expresiones les dieron a los visitantes un rato de arte. 

“Campesino Venezolano”, la estatua viviente, fue un encanto se fusionaba con el árbol, eran uno. Llena de arcilla, sus manos reflejaban el arduo trabajo, sus ojos azules estaban llenos de cansancio,  pero a la vez de paz, de gozo por una labor bien hecha, en cada lento movimiento expresaba la paciencia, la tranquilidad de esa gente de campo, eso que solo la naturaleza brinda.

Tarzán/Standing Leg, un performance del artista alemán "Johan Lorbeer", suspendió en una pared, hablo por celular, saludo, sonrió y se quedó allí durante buen rato… la cara de asombro de los presentes es indescriptible, ¿cómo llego allí, como se mantiene, como hace? Fueron las interrogantes que se escuchaban, le toco la hora de bajar… entre abucheadas y aplausos descubrimos una estructura metálica que lo sostenía… ¡Algo falto!

"La Mar", un grupo musical bien entretenido, disfrutamos de buen rock, de buen sonido pero no de buena compañía, los presentes sin saber comportarse comenzaron a destrozar la utilería del lugar. La anarquía, el alcohol, los estupefacientes y la locura se apoderaron de la plaza, así cerró el fabuloso evento. ¿Cómo les puede ser tan difícil el comportarse como gente civilizada, disfrutar de lindos lugares, de buen arte y de buena compañía?