lunes, 16 de julio de 2012

Después de 20 años

Cuando tenía 7 años tuve una. El cuadro era rosado con blanco, en el frente contaba con una cestica metálica, blanca, con un sticker de “Fresita”, en el manubrio unas cintas de colores que cuando la brisa movía, tenía una campana y cada vez que pasaba por el lado de mi padre la sonaba… era muy divertido.  Con rueditas atrás, recuerdo que me gustaba correr y cada vez que lo hacía por los pasillos de los Próceres  la pequeña bicicleta sonaba como si se fuese a desarmar, hoy a más de 20 años mi “Nueva Bici” es rin 24’’, azul eléctrico con blanco, de 18 velocidades, no tiene ni cestica ni cintas. 

Me monte y para mi sorpresa… fue como si jamás hubiese dejado de andar en bici, allí mismo le agarre el gustico, el balance me costó un poco más, pero al cabo de un par de vueltas ya lo tenía… siempre me fue difícil dar la vuelta y me sigue costando, tampoco logro ir muy derecha, práctica dicen algunos, yo creo que es cuestión equilibrio, cuando Dios lo estaba repartiendo yo no estaba…
A los pies del Ávila comienzo a pedalear, una subida un poco difícil, apenas estoy comenzando y ya me canse!! Entro en el canal derecho, casi en el hombrillo, me dan miedo los demás ciclistas, pasan muy rápido, viene una bajada tengo que cambiar la velocidad, me pongo nerviosa… pero en lo que la “Nueva Bici” comienza a bajar me invadió la adrenalina, la brisa rozaba mi rostro con el fresco aroma a naturaleza, la velocidad me fascina, me dejo llevar. 

Una hermosa vista de Caracas, ojala fuese tan tranquila como ahora. Petare, imponente frente a mí, esta tan lejos y tan cerca. Siento paz y tranquilidad en ese lugar, que no lo quiero dejar. En una de tantas paradas veo por entre la defensa una cascada ¡Que increíble! no sabía que estaba allí, era como un oasis en el desierto, mi novio con cara de sobrado me dice: ¡Amorrrr! Eso son Los Chorros…

Estamos por terminar el recorrido, una pendiente medio fuerte; Me viene a la mente mi primer choque, fue múltiple, tres (3) bicicletas estuvieron implicadas, la causante yo! No supe frenar; voy con los frenos pisados, veo que viene un perro, trato de alejarme pero hay personas caminando, la dueña de perro trata de quitarlo pero él la arrastra por donde yo vengo, por suerte lo esquive, esta vez no hubo choque. 

Lo  que podía ser un domingo cualquiera se convirtió en un extraordinario domingo.

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