Cuando tenía
7 años tuve una. El cuadro era rosado con blanco, en el frente contaba con una
cestica metálica, blanca, con un sticker de “Fresita”, en el manubrio
unas cintas de colores que cuando la brisa movía, tenía una campana y cada vez que pasaba por
el lado de mi padre la sonaba… era muy divertido. Con rueditas atrás, recuerdo que me gustaba
correr y cada vez que lo hacía por los pasillos de los Próceres la pequeña bicicleta sonaba como si se fuese a
desarmar, hoy a más de 20 años mi “Nueva Bici” es rin 24’’, azul eléctrico con
blanco, de 18 velocidades, no tiene ni cestica ni cintas.
Me monte y para
mi sorpresa… fue como si jamás hubiese dejado de andar en bici, allí mismo le
agarre el gustico, el balance me costó un poco más, pero al cabo de un par de
vueltas ya lo tenía… siempre me fue difícil dar la vuelta y me sigue costando,
tampoco logro ir muy derecha, práctica dicen algunos, yo creo que es cuestión
equilibrio, cuando Dios lo estaba repartiendo yo no estaba…
A los pies
del Ávila comienzo a pedalear, una subida un poco difícil, apenas estoy comenzando
y ya me canse!! Entro en el canal derecho, casi en el hombrillo, me dan miedo
los demás ciclistas, pasan muy rápido, viene una bajada tengo que cambiar la
velocidad, me pongo nerviosa… pero en lo que la “Nueva Bici” comienza a bajar
me invadió la adrenalina, la brisa rozaba mi rostro con el fresco aroma a
naturaleza, la velocidad me fascina, me dejo llevar.
Una hermosa vista
de Caracas, ojala fuese tan tranquila como ahora. Petare, imponente frente a
mí, esta tan lejos y tan cerca. Siento paz y tranquilidad en ese lugar, que no
lo quiero dejar. En una de tantas paradas veo por entre la defensa una cascada
¡Que increíble! no sabía que estaba allí, era como un oasis en el desierto, mi
novio con cara de sobrado me dice: ¡Amorrrr! Eso son Los Chorros…
Estamos por
terminar el recorrido, una pendiente medio fuerte; Me viene a la mente mi
primer choque, fue múltiple, tres (3) bicicletas estuvieron implicadas, la
causante yo! No supe frenar; voy con los frenos pisados, veo que viene un
perro, trato de alejarme pero hay personas caminando, la dueña de perro trata
de quitarlo pero él la arrastra por donde yo vengo, por suerte lo esquive, esta
vez no hubo choque.
Lo que podía ser un domingo cualquiera se convirtió en un extraordinario domingo.
Lo que podía ser un domingo cualquiera se convirtió en un extraordinario domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario